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martes, 7 de noviembre de 2017

ECUMENISMO DE SANGRE: TESTIMONIO

Reproducimos una conmovedora entrevista del hermano de la Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld Víctor J. Viciano en la que el sacerdote Naim Shoshandy nos transmite de forma directa la realidad en Irak.

TESTIMONIO DE UN SACERDOTE PERSEGUIDO

Cuéntanos un poco quién eres tú. 

D. Naim Shoshandy 
Sacerdote de Irak
Me llamo Naim y soy sacerdote del rito sirio-católico. Nací en Qaraqosh, a 32 kilómetros de Mosul (Nínive), la segunda ciudad más importante de Irak. 

Yo soy el menor de cinco hermanos, dos chicos y tres chicas. Mi familia ha vivido la maldad del Isis, o Daesh, pero la mayor crueldad de este grupo la vivimos cuando mataron a mi hermano, que murió asesinado en Mosul, cuando, un día al salir de trabajar, le dispararon por ser cristiano. 

Estudié sociología durante cuatro años en la universidad de Mosul, luego estudié en el seminario de mi ciudad tres años filosofía y luego en el Líbano tres años de teología. Después de mis estudios fui ordenado diácono y luego sacerdote, en 2013. Entonces fui designado para el servicio sacerdotal en la iglesia de San Jorge, en Bartella, y luego regresé a mi ciudad, a la Iglesia Catedral de la Inmaculada. Allí era vicario hasta que nos fuimos al campo de refugiados de Erbil-Ankawa, dónde vivía mucha gente de mi parroquia y yo seguía trabajando con ellos como sacerdote. 

Desde pequeño siempre quise ser sacerdote. Mi familia ha tenido siempre un fuerte vínculo con la Iglesia, desde niño ayudaba a los sacerdotes de mi parroquia en las celebraciones, y en casa se respiraba el amor de Cristo. 

Llevo un año y medio en España, estoy en la parroquia Nuestra Señora de las Angustias de Albacete, donde soy vicario parroquial. Y desde el curso pasado estoy estudiando “Matrimonio y familia” en Valencia. 

Resúmenos la situación antes de la Guerra del Golfo, la intervención de Estados Unidos, el DAESH y sus aliados. Qué opciones dan los yihadistas a los cristianos. 

En Qaraqosh vivían alrededor de 45.000 católicos. En esta ciudad iraquí se levantaba la que fue la iglesia más grande de todo oriente medio. Ahora todo, las nueve iglesias y los dos conventos, que resistían fuertes el paso del tiempo, han sido quemadas y están muy destruidas. Solo quedan vestigios y escombros de la fe de aquellas personas que un 6 de agosto de 2014 tuvieron que huir despavoridas del horror. 

Nosotros vivíamos junto a los musulmanes, y convivíamos con ellos sin problema. Después de la Guerra del golfo, en 2004, empezaron las hostilidades. El horror se extendía por toda la llanura de Mosul, hasta que, el 6 de agosto de 2014, Mosul quedó vacía de cristianos y, tristemente, por primera vez desde el siglo VII, no sonaron las campanas de la iglesia en la llanura de Mosul. A partir de junio de 2014, más de 120.000 personas se encontraron desplazadas y sin hogar en la región del Kurdistán de Irak, dejando atrás su herencia y todo lo que habían trabajado a lo largo de los siglos. Este desarraigo, este robo de todo lo que los cristianos poseían, los dañó en cuerpo y alma, despojándolos de su humanidad y dignidad. También un gran número fueron otros países, como Turquía, Líbano, Jordania, y en Europa. 

Desde dos años antes el Daesh, un grupo sunita extremista, un grupo terrorista que busca el control de muchas extensiones de tierra y establecer un estado islámico, había empezado a conquistar territorios en mi país. Cuando llegaban a una ciudad daban a la población que no eran musulmanes tres opciones: convertirse al islam, pagar dinero a (Al- Jizya) a ISIS o abandonar la ciudad de forma inmediata. Esto implicaba dejar sus ciudades (como Mosul) con nada más que la ropa, porque si no los matarían. 

Cuando salimos huyendo de mi ciudad nos refugiamos en Erbil, que es la capital del Kurdistán Iraquí y sede del gobierno regional kurdo. Los primeros días dormimos en la calle, a la intemperie. Pedimos ayuda y no tardaron en llegar unas tiendas de campaña, que pronto convertimos en nuestro nuevo hogar. Las noticias que llegaban de Qaraqosh eran desoladoras. Se había convertido en una tierra completamente arrasada por el odio, de la que ya no quedaba nada, solo vestigios de lo que un día fue mi hogar. 

Los cristianos que están desplazados viven en circunstancias devastadoras. En Erbil y Ankawa, campos de refugiados, hay 2.000 familias que viven en pequeñas caravanas, que son casas alquiladas por la iglesia. En cada casa, de unos 150 metros cuadrados, residen cuatro o cinco familias, es decir, entre 20 y 30 personas. Esto genera problemas familiares y sociales. También hay un grupo de 6.000 familias que viven por su cuenta, pero tienen los mismos problemas. Todos sufren continuos cortes de energía y la falta de agua, lo que es un gran inconveniente. 

Los primeros cristianos estaban en Irak, y también nuestros antepasados sufrieron todo tipo de persecución, pero se quedaron en su tierra, y construyeron una cultura que ha servido a la humanidad durante siglos. No queremos nada más que ir de nuevo a nuestros orígenes y recuperar nuestras vidas. No queremos nada más que volver a casa. Pedimos un mayor apoyo, incluida la asistencia humanitaria. En este sufrimiento, vemos a Dios que nos lleva en medio de la oscuridad, Él es testigo de nuestra fe y esto es lo que nos da fuerza día tras día. 

Muchas familias prefirieron emigrar debido a que ya no confiaban en sus vecinos árabes musulmanes, porque habían ayudado al Daesh para expulsarlos de sus hogares. Muchas personas en el mundo dicen: "¿Por qué los cristianos no han dejado Irak y se han ido a otro país?”. Y nosotros nos preguntamos ¿Por qué debemos dejar nuestro país? ¿Qué hemos hecho? Decidimos quedarnos con la esperanza de volver otra vez a nuestras ciudades y tenemos toda la esperanza en que Dios no nos dejará.

Qué realidad hay hoy en Irak y qué esperanzas pueden tener nuestros hermanos perseguidos. 

Los cristianos de Irak tienen una fe muy fuerte. Nadie deja de lado la fe, prefieren morir a convertirse al Islam. Otro problema tiene que ver con los musulmanes suníes, que escapan del ISIS. Dicen que el ISIS no es el islam y, por tanto, se fugan de la ley islámica, pero cuando llegan a Europa insisten en la aplicación de esta ley islámica. 

La realidad de las personas que viven en los campos de refugiados está cambiando en las últimas semanas. La situación de independencia de Kurdistan ha hecho que muchas familias regresen a sus casas, las cuales están saqueadas y la mayoría además quemadas. La situación que se produce entonces es muy difícil. Las personas que vuelven a sus hogares tienen que vivir con los musulmanes, aquellos que eran sus vecinos y con los que siempre se habían llevado muy bien, hasta que la situación con Daesh hizo que esos mismos musulmanes denunciaran a quienes eran cristianos. 

¿Cuál es el sufrimiento de nuestros hermanos cristianos? ¿Cómo podemos ayudar? 

Es difícil que haya futuro para la Iglesia en Irak, sobre todo para los del rito Sirio-Católico. Hemos perdido todo, templos, libros, cálices… Para las cristianos también es difícil, en cuanto los cristianos tienen un poco de dinero huyen a otro país. 

Es muy difícil que volvamos a tener una buena relación con ellos, el Daesh cambia a la gente. Es volver a confiar en aquellos con quienes hemos compartido todo, juegos, casa, risas, cafés… pero que cuando llegó el Daesh nos querían fuera de allí. 

Los cristianos que están en la región del Kurdistán, en el norte de Irak, perdieron "la mayoría de todo lo que tenían" cuando Daesh destruyó sus casas, pero también profanó iglesias y santuarios y otros lugares sagrados. Lo hemos perdido todo, sentimos que no tenemos dignidad y que quizá nunca más la tendremos. Cuando uno pierde su casa, pierde todo lo que tiene. Pierde su herencia. Por eso cuando los monasterios, que han existido desde siglos 13 fueron destruidos, es una señal de que su historia se ha ido, que ya no tienes historia. 

Para restaurar, reparar y reconstruir la comunidad cristiana en Irak, las siguientes necesidades son urgentes:
  • Ayudarnos a regresar.
  • Un esfuerzo coordinado para reconstruir lo que fue destruido: caminos, agua y suministros eléctricos, y edificios, incluyendo nuestras iglesias y monasterios.
  • Fomentar las empresas que contribuyen a la reconstrucción de Iraq y al diálogo interreligioso. Esto podría ser a través de escuelas, académicos y proyectos pedagógicos.
  • Rezar por los cristianos de Irak para que sean fieles a la fe en Jesús.
  • Unirnos entre cristianos de España – Irak.
  • Ayuda a los refugiados en el campamento de Erbil. 

Publicada en:
BOLETÍN ECUMÉNICO
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld
Boletín nº 88, noviembre de 2017.



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