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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

lunes, 9 de octubre de 2017

EL ECUMENISMO QUE VIENE

INAUGURACIÓN DEL CURSO ECUMÉNICO 2017-2018 EN SABIÑÁNIGO


El jueves pasado, día 5 de octubre, el EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO inauguramos este Curso Ecuménico, para ello tuvimos la gran suerte de contar con Juan Pablo García Maestro, OSST, teólogro y ecumenista, del Instituto Superior de Pastoral- Universidad Pontificia de Salamanca, que nos deleitó con la charla que a continuación resumimos "El ecumenismo que viene" y la presentación del libro "Trinidad, Comunión y Unidad" que recoge las actas y experiencias del X Congreso Trinitario Internacional celebrado en Granada.


El acto inaugural fue conducido por Enric Aínsa, miembro del EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO quien antes de la disertación de García Maestro realizó un breve recorrido por las actividades y actos que esán programados para este curso ecuménico.

EL ECUMENISMO QUE VIENE

Enric Aínsa en la presentación del acto
Quizá haya sido un atrevimiento por mi parte, haber titulado esta ponencia “El ecumenismo que viene”. Por supuesto que no soy un profeta ni tampoco puedo asumir este papel en el intento de aclarar el camino futuro del ecumenismo. El Espíritu Santo tiene sus propios planes y nos deparará sin cesar sorpresas. Pero una cosa es segura: el Espíritu Santo es fiel. Él ha dado el impulso inicial y podemos estar seguros de que llevará a su término lo que ha puesto en marcha. Reflexionar sobre el futuro del ecumenismo en la actual situación, afirma Kasper, no significa que haya que reinventar por completo el ecumenismo. Este se basa en la tarea que el propio Jesús nos encomendó. Está enraizado en el encargo del Concilio Vaticano II, que hizo de la unidad de todos los cristianos una de sus propiedades, como ya recordamos en el primer apartado. Como afirmó con razón el papa Juan Pablo II, y con otras palabras lo reiteró Benedicto XVI, el ecumenismo es un proceso irreversible. El ecumenismo tiene futuro no porque nosotros así lo queremos, sino porque Jesús lo quiere y porque su Espíritu nos apoya en esta tarea. 

El ecumenismo tampoco es un apéndice de nuestras tareas pastorales normales, ni un artículo de lujo para la acción pastoral: se trata más bien de la perspectiva para la entera vida de la Iglesia. Los principios católicos del ecumenismo, tal como lo formuló el concilio en el decreto UR, o sea, el ecumenismo de la verdad y la caridad, valen asimismo para el futuro. La caridad es el verdadero motor del ecumenismo (Benedicto XVI, Deus caritas est). La caridad, a su vez, se basa en la autorrevelación y la autocomunicación de Dios en Jesucristo. La tarea fundamental de la Iglesia consiste en transmitir y comunicar esta caridad, este amor al mundo. 

El ecumenismo y la misión tienen en la caridad el verdadero motor. El ecumenismo es el hermano gemelo de la misión. Desde la Conferencia Misionera Mundial de Edimburgo de 1910, sabemos que el principal obstáculo para misión son nuestras divisiones. De ahí que, también desde el punto de vista de la misión y de la nueva evangelización, en la Europa masivamente secularizada el ecumenismo constituye una singular urgencia. 

El diálogo ecuménico en la verdad no es sencillamente intercambio de ideas, sino de dones. El diálogo ecuménico no nos priva de nuestros respectivos tesoros, sino que aspira al enriquecimiento mutuo


No podemos hacer ni organizar la unidad de la Iglesia. La unidad que perseguimos no surgirá de debates teológicos en una comisión ecuménica, por muy útil y necesaria que también sea esta vía de acceso. La unidad es un don del Espíritu Santo. De ahí que el ecumenismo espiritual sea el corazón del ecumenismo y haya devenido cada vez más importante a lo largo de la última década. La oración por la unidad cristiana es el corazón de este ecumenismo espiritual. La abbé Paul Couturier decía que Ecumenismo significa dar testimonio de la oración de Jesús, participar en ella, hacerla propia

Paul Couturier hablaba de un monasterio invisible, en el sentido de una comunidad dispersa por el mundo entero en la que todos los individuos están, sin embargo, vinculados en la oración de Jesús por la unidad. 

El Ecumenismo que viene deberá poner en el centro de la reflexión el testimonio de la presencia del “Dios vivo”. Es de esperar, que la centralidad de Dios nos ayude a ubicar las divergencias aún más persistentes en el lugar que las corresponde, para no absolutizarlas bien por rutina apologética, bien por recaída en repliegues identitatarios, bien por medio al diálogo riguroso en la verdad. 

Juan Pablo García Maestro en un momento de su intervención

El Papa Benedicto XVI realizó en 2011 un viajé a su país natal, a Alemania. En aquella ocasión se encontró el 23 de septiembre con la delegación protestante en la ciudad de Erfurt. El encuentro se celebró en el que fuera convento agustino donde vivió Lutero como monje. Allí Benedicto XVI presentó como tarea primordial del ecumenismo la de salir justamente al encuentro de la secularización de la sociedad y del extrañamiento de Dios; una tarea común para mantener despierta la pregunta por Dios o contribuir a despertarla de nuevo. 

En relación con Lutero dijo: “Lo que le quitaba la paz era la cuestión de Dios, que fue la pasión profunda y el centro de su vida y de todo su camino. ¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso? No deja sorprendernos en el corazón que esta pregunta haya sido la fuerza motora de su camino. ¿Quién se ocupa actualmente de esta cuestión, incluso entre los cristianos? ¿Qué significa la cuestión de Dios en nuestra vida, en nuestro anuncio? ¿Cómo me posiciono yo ante Dios, cómo se sitúa Dios respecto a mí? Esta pregunta candente de Lutero debe convertirse otra vez, y ciertamente de modo nuevo, también en una pregunta nuestra, no académica, sino concreta. Pienso que esta es la primera cuestión que nos interpela al encontrarnos con Martín Lutero. 

A esto se podría decir: ¿qué tiene esto que ver con nuestra situación ecuménica? ¿No será todo esto solamente un modo de eludir con muchas palabras los problemas urgentes en las que esperamos progresos prácticos, resultados concretos? A estos interrogantes, Joseph Ratzinger dijo: “Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellos que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Ésta ha sido para mí el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro común fundamento imperecedero”.

Concluyo con algunas indicaciones para el camino ecuménico. 

En primer lugar, creo que el ecumenismo se podría comparar al viaje de un avión. En el despegue rápido todos tenemos la esperanza de llegar a nuestro destino. No olvidemos siempre que el verdadero piloto es el Espíritu Santo, que hizo iniciar este viaje y que ciertamente lo conducirá hasta la meta. 

Pero la mejor imagen es la del camino de los discípulos de Emaús. En la situación ecuménica actual es fundamental que los cristianos, hombres y mujeres, que viven en comunidades cristianas diversas, estén en el camino hacia la unidad y hagan juntos todo lo que es posible hacer juntos. La experiencia ecuménica nos enseña que la unidad crece caminando y que estar en camino juntos significa practicar ya la unidad. El Papa Francisco lo ha expresado muy bien: “La unidad no vendrá como un milagro final: la unidad viene en el camino, la construye el Espíritu Santo en el camino”. Estar juntos en el camino, como los discípulos de Emaús. 

Sacerdotes y pastores juntos, católicos y protestantes,
testimonio de Unidad

El Ecumenismo auténtico vive en la mutua participación en la vida de los demás, también en su dolor (1 Cor 12, 26-27). Hoy estamos viviendo la realidad de muchos cristianos perseguidos. Los cristianos hoy no son perseguidos porque son protestantes o pentecostales, ortodoxos o católicos, sino porque son cristianos. El martirio hoy es ecuménico, y debemos hablar de un auténtico ecumenismo de la sangre. En efecto, la sangre de tantos mártires en el mundo actual no divide, sino que une. El Papa Francisco lo expresó así con este desafío: “Si el enemigo nos une en la muerte, ¿quiénes somos nosotros para dividirnos en la vida?”. En efecto, ¿no es humillante que los que persiguen a los cristianos a veces tengan una visión ecuménica mejor respecto de nosotros cristianos? Veo en la experiencia de la persecución y del martirio, común a todos los cristianos, el signo más convincente del ecumenismo hoy y del futuro. Pero cabe preguntarse si en Europa lo tomamos, en verdad, suficientemente en serio. 

¿Cómo acercarnos de verdad? 

En el intercambio de experiencias de sufrimiento, en el camino de Emaús, los discípulos se miran en busca de una palabra liberadora y dejan que se les ofrezca un compañero suyo de viaje para explicarles las Escrituras. De aquí surge la tercera indicación: nosotros cristianos nos acercamos más los unos a los otros cuando escuchamos juntos la palabra de Dios y hablamos de ella juntos. La Reforma, y el consiguiente cisma en el siglo XVI, estaban unidos a una interpretación controvertida de la Biblia y llegaron muy dentro de la Sagrada Escritura. Por esto, también la superación de la división y el restablecimiento de la unidad pueden llegar a ser posible sólo en el camino de una lectura común de la Sagrada Escritura. Por este prometedor camino, si nos sumergimos en el misterio de Jesucristo y de su palabra, seremos capaces de encontrar el camino de unos hacia otros en el que, en verdad, el otro es un bien para mí. 

Al final de mi reflexión, quisiera señalar que hoy reconocemos el íntimo misterio trinitario de Dios también en su creación: todas las cosas fueron creadas para llegar a ser, en la comunión creatural del Espíritu, un espejo de la vitalidad y belleza divinas. La creación es la comunión de todas las criaturas entre sí. Cada criatura actúa y coopera a su propio modo en la rica y variada comunidad creatural. El universo no es una pirámide monárquica, sino una gran comunidad, formada por muchas pequeñas comunidades y por su acción común. La civilización moderna se ha desgajado de la comunidad de la tierra, para así dominar a ésta, y comienza ya a destruirla. Necesitamos una nueva integración de la cultura humana en la naturaleza de la tierra, si es que queremos sobrevivir sobre esta misma tierra. 

A primeros de octubre de 1995 inició la Provincia Trinitaria de España Sur el primer congreso Trinitario celebrado en la Facultad de Teología de Granada. En ese primer congreso contamos con la presencia del teólogo alemán Jürgen Moltmann que nos habló “Del monoteísmo integrista, como religión del poder, a la compasión liberadora y solidaria: La experiencia trinitaria”. Al final de su ponencia nos decía a toda la Orden Trinitaria estas palabras: 

“La Iglesia de Cristo vive en la “comunión del Espíritu Santo”. La comunión del Espíritu Santo abarca también a la entera comunidad creatural. El Espíritu Santo nos convoca a una Iglesia ecológica. Una Orden que venera la Santa Trinidad debería oír no sólo los gemidos de los cautivos y encarcelados, sino también los gemidos de las encarceladas y hoy profundamente humilladas y explotadas criaturas (Rm 8) e integrar su propia comunidad en la más amplia comunidad de las criaturas. La experiencia trinitaria de Dios nos lleva afuera, a la amplitud de la creación. La Iglesia del futuro será una comunidad social y ecológica si reconoce el misterio del Dios trinitario”. 

A esto también quisiera añadir, que evidentemente la experiencia de la persecución y del martirio, común a todos los cristianos, es el signo más convincente del ecumenismo de hoy y del futuro. Pero también el ecumenismo del futuro será un “ecumenismo ecológico” que buscará la comunión, la unidad y la reconciliación con la más más amplia comunidad de las criaturas. 

Juan Pablo García Maestro, OSST
Instituto Superior de Pastoral - Universidad Pontificia de Salamanca

La prensa provincial se hizo eco de esta interesante inauguración:



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