Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 8 de abril de 2017

COMMUNION BÉTHANIE



LA COMMUNION BÉTHANIE

La Communion Béthanie quiere ser una alianza contemplativa y ecuménica de oración al servicio de todos y de todas, pero sobre todo de las personas homosensibles y transgénero. Esta especie de definición declara el marco en el que nos movemos. Pero empecemos por el principio... 

Hace más de 30 años que nuestro fundador, Jean-Michel Dunand, tuvo la intuición de « hacer algo » en este sentido, un « algo » que le permitiera vivir su afectividad y su deseo de seguir a Jesús de Nazareth. Pero no es hasta finales de 2004 que la Communion nace con el compromiso de los primeros hermanos (luego hablaré de este « compromiso »). 

Hoy, 12 años después, somos casi 30 hermanas y hermanos comprometidos en la Communion, desperdigados en Francia (Montpellier, Lille, Lyon, Paris, Strasbourg...) y somos una cincuentena lo que vivimos nuestros dos retiros anuales, en julio y noviembre. Hombres, mujeres, trans, homos, heteros, católicos, protestantes, en pareja, solos, jóvenes, menos jóvenes... Podemos vivir todas estas diferencias y la acogida recíproca e incondicional porque nuestro lazo de unión es Cristo Jesús y su evangelio.

Para explicar cuál es nuestra manera de ser discípulos y discípulas del Señor, voy a dar algunas palabras clave que me permitirán explicar mejor lo que vivimos. 

Betania: es el pueblo que está fuera del círculo institucional de Jerusalén, pero no lejos; es ahí donde Jesús puede vivir la amistad tranquila con María, Marta y Lázaro. Es el lugar del extraordinario de una resurrección, y de lo minúsculo de una mujer que rompe su frasco de perfume en oblación. 

Oración: es nuestro primer servicio y lo primero a lo que se compromete una hermana/o entrando en nuestra Comunión. Cada cual la vive a su manera, según su personalidad y su espiritualidad propia. Lo que es importante es que este momento sea un encuentro con Dios, una relación de amistad con Él. El silencio y la lectura atenta de la Escritura son los trazos comunes a todas y todos. Pero ponemos el acento en la intercesión: orar por y, sobre todo, con nuestras hermanas y hermanos en humanidad. Claro que tenemos una opción preferencial por nuestro pueblo homosensible y transgénero, pero esta opción no puede ser excluyente, porque el Amor de Dios no lo es. La oración impregna nuestros días, y es por eso que aunque trabajemos, salgamos, vayamos al cine, etc., podemos hablar de una vida contemplativa. 

Servicio: El encuentro con Jesús en la oración nos mueve a servir 13 los hermanos y hermanas... Este cara a cara con Él nos invita a vivir la humildad: reconocer nuestros límites, fracturas y pobrezas pero también nuestros dones y nuestras capacidades, para poder meter el todo al servicio de Dios a través de los otros-as. 

Pudor y discreción: Aunque son dos realidades distintas, estas dos palabras vienen siempre juntas. Pudor en lo que cada uno cuenta de sí misma, para no agobiar al otro con nuestro fardo y dejar espacio al otro y al Otro en la relación. Y la discreción... No vamos a investigar la vida del otro o de la otra, ni curiosear, ni violar su intimidad. Se trata aquí de vivir las relaciones como Jesús mismo las ha vivido, por ejemplo con la mujer adúltera o la samaritana. 

Caridad, amor, benevolencia: De hecho, la pudor y la discreción son dos rasgos de nuestra manera de vivir la caridad fraterna, «el lazo perfecto». Amor entendido no como una efusión de afecto y de emoción, sino como un querer el bien de la otra persona, aprender a mirarla como Dios nos mira. Si la belleza es la firma de Dios, cada uno de nosotros y de nosotras es bello, porque estamos creados a su imagen y semejanza. Y «saber mirar es saber amar». 

Vida fraterna: No tenemos vida en comunidad. Y ese es nuestro reto, vivir el lazo fraterno entre nosotras y nosotros a pesar de las distancias y las diferencias. De entrada, lo primero que nos une es la oración, saber que este servicio no lo vivimos de manera solitaria aunque sea en soledad. Compartimos la misma vocación, y eso es una gracia. Gracias a la tecnología y los nuevos modos de comunicación podemos estar en contacto, y eso es también una gracia. Nuestros tiempos fuertes de fraternidad los vivimos dos veces al año: en julio vivimos un retiro de cuatro días y en noviembre pasamos juntos un fin de semana espiritual. 

Más arriba he hecho alusión al compromiso, y es el momento de hablar de nuestras modalidades. Cuando una persona emite el deseo de integrar nuestra familia para unir su oración a la nuestra, después de un discernimiento, hace lo que llamamos «Celebración de Acogida». En ella, la nueva hermana o hermano se compromete a orar y a velar en la alegría. Después de un tiempo, la persona que ha hecho la Acogida puede dar un paso más, y entrar en el « Tiempo de Nazaret ». ¡Todo está dicho en el nombre! En este periodo el acento se pone sobre el servicio humilde y callado. Todo este camino conduce al Voto de Caridad, por el cual nos comprometemos a amar como Jesús nos ama. Durante la celebración del Voto, lo simbolizamos con el lavamiento de pies. Entre nosotros y nosotras hay también nuestras hermanas y hermanos en Alianza: religiosos y religiosas que, guardando su carisma específico, quieren compartir el nuestro. 

¿Y la Jerarquía en todo esto? Los obispos en Francia nos conocen, así como algunos responsables de las Iglesias protestantes. De todas formas, ni pedimos ni queremos un reconocimiento oficial. Aunque no somos una asociación, tampoco somos un instituto de vida religiosa, y sabemos que tenemos nuestra plaza en la Iglesia Universal, que traspasa las fronteras de las instituciones eclesiales. De todas formas, cuidamos con cariño las relaciones que tenemos con diferentes 14 comunidades monásticas, que nos acogen y oran con nosotros y nosotras. 

Hace años recibimos una palabra de un monje cisterciense, que no ha dejado de acompañarnos: dar nuestra nota justa, justo nuestra nota. Y eso es lo que queremos vivir, la singularidad de nuestra vocación sin creernos mejores ni peores que los demás. Tan solo queremos añadir nuestra contribución a esta inmensa orquesta que es la Iglesia, en la que cada uno y cada una da su nota para realizar un hermoso concierto. 

Vuestro hermano en Communion Béthanie 
Manuel Fernandez 

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