Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

jueves, 16 de marzo de 2017

PROTAGONISTAS DEL ECUMENISMO: MARÍA SKOBTSOVA


Madre María Skobtsov

Una llamada de amor hacia el hermano

Importante figura de la ortodoxia rusa, nació en Crimea en 1891 y murió gaseada en el campo de concentración de Ravensbrück en 1945. 

Poetisa y bohemia, fue figura importante en los salones literarios de San Petersburgo; socialista y revolucionaria, alcaldesa de un pueblo a orillas del Mar Negro, exiliada en Europa y madre de tres hijos, a los cuales sobrevivió, recibió la llamada de Dios tras la muerte de su hija Nastia, dolorosa pérdida que le hizo vivir la maternidad en un sentido más amplio. Se casó y se divorció dos veces, y tomó los hábitos de monja en 1932. Entregó su vida a acompañar y a cuidar de los corazones de los más heridos, necesitados, rotos, de los vagabundos, locos y perseguidos. Se dio totalmente, vivió la compasión hasta la locura de la cruz.

Ejerció su ministerio monástico desde una contemplación activa y absolutamente comprometida con la realidad humana, siguiendo el segundo mandamiento al pie de la letra, sufriendo hasta la muerte con y por el hermano. 

Fue teóloga y artista –poetisa y autora de iconos-, un ser espiritual y activista, un corazón loco por Cristo, encarnado en lo real, en lo más profundo de la realidad social en la que vivió, sufrió y murió, con una vitalidad desmedida de amor y una valentía profética y provocadora.

"Tirad todos mis cuadernos olvidados, mis artículos, mis versos. No os preocupéis por conservar mi viejo rostro en vuestros corazones. No quiero ser un recuerdo. Seré para vosotros una llamada.

Adoptar una actitud correcta y espiritual respeto al mundo es a la vez entregarle nuestra pobreza espiritual y recibir infinitamente más del rostro de Cristo que vive en él, de la relación con Cristo y de la conciencia de ser una parte del cuerpo de Cristo.

Esta mística del diálogo con el hombre es, para mí, la única y auténtica base espiritual de cualquier clase de actividad humana en el mundo, del único cristianismo social digno de este nombre, que en este sentido, todavía no ha nacido. El trabajo social y todo nuestro diálogo con el hombre en nombre de Cristo tienen que ser esta liturgia fuera de la iglesia de la que acabamos de hablar. En caso contrario, y aunque nos refiramos a la moral cristiana, nuestra acción no será cristiana más que en apariencia. […] Nada puede ser cristiano en este mundo si no está impregnado del auténtico temblor que produce la relación con Dios, al que se accede también en la relación auténtica con el ser humano"



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