Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 22 de febrero de 2017

EL HOMBRE MADURO Y LA FE


La religión del hombre maduro es la fe



por hermano Oswaldo Cruz jc

Hemos concluido la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Lo más probable es la resonancia que el tema suscita entre el pueblo de Dios es mínimo en comparación con el contenido del mensaje y la importancia de superar las tensiones y divisiones entre la Iglesia. Para nuestro tiempo son iluminadoras las consideraciones del cardenal Walter Kasper: La historia de la Iglesia vivió en el primer milenio el momento de la "catolicidad", en el segundo milenio el de la "confesionalidad", esperamos que el siglo XXI sea especialmente el momento del "ecumenismo". 

Uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo es el encuentro / choque entre culturas y civilizaciones. La Iglesia a partir del Concilio Vaticano ha abrazado el camino del diálogo ecuménico e interreligioso, una vía "sin retorno". Para los cristianos, el punto firme es la fe / vida en Cristo, tema teológico de la revelación de la que cada generación y cada cristiano se ha apropiado y hecho irradiar. Por ejemplo Charles de Foucauld. El misterio de "Jesús de Nazaret en Nazaret" es el Hijo de Dios encarnado, que el hermano Carlos lo acoge como su "amadísimo hermano y Señor." Jesús = "Dios salva", es lo "ESENCIAL” del mensaje del Hermanito Carlos de Jesús, un mensaje que nos llama a una conversión continua (en el sentido de converger hacia la persona del Amado). Conversión vivida dentro de la Iglesia. Es la perenne novedad del Evangelio que estamos llamados a vivir hoy en medio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. 

"Esencial" y "perenne novedad” se casan en la fe viva, es la relación ofrecida por Dios y recibida por el hombre en su vida como creyente en la Iglesia. Charles de Foucauld, recién convertido, fue golpeado por el misterio de la Encarnación: Jesús viene al mundo para la salvación de todos los hombres. Mientras permanece anclado a su vocación monástica, incluso eremítica, desde el principio, de hecho, con un "estilo" que le es propio, inicia un trabajo de evangelización ... "Y a medida que caminéis proclamad que el reino de Dios ha venido" (Mt. 10,7). Muy pronto se da cuenta de que "la vida de Nazaret" contiene el misterio de la plena comunión de vida de hombres y mujeres obedientes: Jesús, obediente al Padre, santificó a sus progenitores y todos aquellos a los que se encontraba y conocía... Después de varios años de vivir entre los tuaregs, Charles de Foucauld se convenció de la casi "imposibilidad" de la conversión de sus amigos, sin embargo, no renuncia a pensar en la salvación de ellos. Él está convencido de que "cada uno es parte de la materia de la Iglesia -cercana o lejana-por lo tanto, cada hombre es parte –de manera cercana o lejana- del cuerpo de Jesús; todo lo que hace a un hombre, bueno o malo, cristiano o infiel, lo hace a una parte del cuerpo de Jesús, al cuerpo de Jesús, es decir, a Jesús: de aquí concluimos, como dijo nuestro Señor que "todo lo que haces a uno de estos pequeños, se lo haces a Él ... todo lo que se niega o no se hace a uno de estos pequeños, es a Él a quien no se lo haces" (Mateo 25) 

Reevaluando la categoría conciliar de los "signos de los tiempos", la Iglesia está llamada a valorar cuanto hay presente de la revelación de Dios en el ser humano que se acepta y evoluciona, así como cuanto hay de auténticamente humano en lo divino. De este modo se hace la unidad y se acoge a lo nuevo que el Espíritu inspira en la "experiencia” de la Iglesia misma. En este camino descubrimos la posibilidad de ser comprensibles y signo luminoso ( LG ) para el hombre contemporáneo. Las palabras de Charles de Foucauld, pronunciadas hace más de un siglo: "Pertenezco a la Iglesia, la Iglesia tiene su tiempo, permanece, yo pasaré y no seré nada", y: "Estoy seguro de que el buen Dios acogerá en el cielo a los que son buenos y honestos, sin necesidad de que sean católicos romanos", nos convence de la voz profética y elocuente de un cristiano que, con su PRESENCIA FRATERNA, amando a Dios y al prójimo, comprendido profundamente la voluntad de Dios sobre la salvación de toda la humanidad. 

Es un tema "alto" que requiere una FE fuerte y genuina. El hermanito Carlo Carretto, que ha seguido los pasos del hermanito Carlos de Foucauld, puede ayudarnos recordando el papel fundamental de la fe: 

"¡Cuan grande es la fe, hermanos! ¡Qué superación de nuestra debilidad es la esperanza! ¡Qué novedad experimental es la caridad que hace Dios en nosotros! [...] 

Creo que para mí, para los cristianos, para todos los hombres el punto de encuentro común es la fe. Las diversas religiones tienen valor porque nos educan en la fe, pero la fe las supera y las unifica a todas. La religión del hombre maduro es la fe, mas la fe es sencilla pero terriblemente difícil para todos. 

La fe es creer en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. 

La fe es creer en el Cristo que nos salva. 

La fe es creer en la vida eterna. 


Pocas cosas fundamentales se resisten a la tentación del vacío y de la soledad que nos hace gritar: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!" (Mt 14,30) ". ("Y vio Dios que era bueno",106-107). 

FUENTE:
BOLETÍN ECUMÉNICO COMUNIDAD HOREB CARLOS DE FOUCAULD
Boletín nº 79, Febrero de 2017.

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