Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 5 de enero de 2016

DE LA COMUNIDAD ECUMÉNICA HOREB CARLOS DE FOUCAULD


CARTA DEL HERMANO EMILI BOÏLS

1 Reyes 19 - Elias en Horeb 

Elias, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran como un horno encendido. Resucitó un muerto. Hizo bajar reyes a la tumba. Ungió a reyes vengadores. Y nombró a otro profeta, Elíseo, como sucesor. Sus prédicas ardientes, radicales, enfureció a la perversa reina Jezabel, una pagana, adoradora de Baal y no de Dios. Ante su feroz persecución, Elias tuvo miedo y huyó. El camino por el desierto duró una jornada. Al fin, agotado y hambriento, se tumbó bajo una retama y se durmió.


Un ángel le tocó el hombro y lo despertó, y le dijo: "come y bebe que tienes todavía mucho camino por recorrer”. Y vio una hogaza recién hecha y una jarra de agua fresca; se repuso. Y con este alimento celestial, con su fuerza, caminó cuarenta días y cuarenta noches, hasta llegar al monte Horeb, el monte del Señor. Allí se escondió en una cueva y pasó la noche. Al día siguiente le fue dirigida la palabra del Señor: "¿Qué haces aquí, Elias?”. "Ardo en celo por Ti, Señor, porque los hijos de Israel te han abandonado. Quedo yo solo y buscan mi vida para matarme”.

El Señor Dios le dijo: “Sal y ponte en el monte ante mí”. Porque el Señor iba a pasar. Hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y partía las rocas ante Yahvé. Pero el Señor no estaba en el huracán. Después hubo un fuerte temblor de tierra. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del temblor, vino fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Después se sintió el susurro de una brisa suave. Al notarlo, Elias, cubrió su rostro con el manto, y se puso a la entrada de la cueva. El Señor había pasado por la vida de Elias. Y le dijo:

"Anda, vuelve por tu camino hacia el desierto de Damasco. Y allí te confirmaré la misión para la que te he elegido”. Y Elias emprendió el camino de regreso. El Señor había pasado por su vida y Elias lo había visto.



Busqué al Señor en sofismas, libros errados, filosofías esotéricas, sectas inmundas, pero Dios no estaba allí. 

Me adentré en algunas religiones que habían pervertido su mensaje originario, pero el Señor no estaba allí. 

Busqué en políticas humanas, planes materialistas, autosuficiencias científicas, pero el Señor no estaba allí. 

Mantuve amistades por largo tiempo, que al cabo demostraron ser interesadas, pero el Señor no estaba allí. 

Decidí ir por mi cuenta, no contar con nadie de los que no iban a ninguna parte, pero el Señor no estaba allí. 

Me adherí a toda clase de movimientos que pontificaban cambiar el mundo, pero el Señor no estaba allí. 

No quise amontonar dinero, ganancias justas e injustas, porque sabía que el Señor no estaba allí. 

Confié en el amor universal y en el particular, y vi que apenas nadie sabía amar, pero el Señor no estaba allí. 

Anduve caminos y caminos, polvo, vientos, lluvias, fríos, nieves, en busca mía, pero el Señor no estaba allí. 

Dime a la lectura, la música, la poesía, las artes, que me ayudaron a vivir, pero el Señor no estaba allí. 

Saqué cuentas de lo que había sido mi vida, mis afanes, mis ansias más profundas, pero el Señor no estaba allí.

Esperé con desesperanza, amé sin tino, hablé como papagayo tenaz, escuché todo desatino, pero el Señor no estaba allí.

Encontré ideales rotos, promesas violadas, sigilos profanados, quimeras evanescentes, pero el Señor no estaba allí. 

Finalmente, escondido en mi cueva, durante los sueños despiertos, no sé si oí pero supe que pasaba, porque lo sentí, el susurro de las quietas noches oscuras, misteriosas, cuando el hombre por fin ha callado y la madre naturaleza habla en todo su esplendor; cuando los perros y los gatos duermen arremolinados a tus pies, confiados en que son amados y no amenazados; cuando los espacios siderales te dicen bien a las claras que sí, que existe Dios, sin dogmas ni teorías;  cuando la brisa de la mañana madrugadora, te muestra que pronto saldrá el sol y no hacen falta palabras;  en fin, cuando mis oídos están limpios y mi mente despierta, y un estremecimiento de origen desconocido te sacude todo el cuerpo, el alma y el espíritu, sí, noto que DIOS HA PASADO POR MI VIDA. Y se ha quedado. Pues, solamente EN DIOS ENCONTRÉ A DIOS. 

Ruego al Señor te llene de su presencia y hagas de tu vida una alabanza al Dios del absoluto y un servicio a los hermanos "como si vieras al Invisible".

FELIZ NAVIDAD 2015


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