Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

domingo, 13 de diciembre de 2015

MARÍA, LA MADRE DE JESÚS

ESTUDIO BÍBLICO ECUMÉNICO
CURSO 2015-2016
"MUJERES EN LA VIDA DE JESÚS"


Con la sesión titulada "María, la Madre de Jesús" comenzó el curso del Estudio Bíblico Ecuménico organizado en Sabiñánigo por el EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO, la sesión corrió a cargo de Juan Ramón Junqueras de la Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día, reproducimos a continuación su intervención basada en el texto del Evangelio de Lucas (1, 26-38) sobre la Anunciación.

LA ANUNCIACIÓN A MARÍA
(Lucas 1: 26-38)

1. Protagonistas de la narración

El mundo seguía su curso. Los poderosos continuaban haciendo sus planes. Y, entretanto, en un rincón despreciado de Palestina —quizá un día de nuestro mes de enero, acontecían secretamente unos hechos que iban a cambiar la historia de los seres humanos.

Lucas presenta el anuncio del nacimiento de Jesús como el cumplimiento de todas las promesas hechas por Dios a los hombres en el Antiguo Testamento, como la Buena Nueva —respuesta plena— a las esperanzas del pueblo.

El pastor metodista Daniel Vergara fue el encargado de
presentar el Curso del Estudio Bíblico Ecuménico y al
primer participante Juan Ramón Junqueras
Dios es quien actúa desde el fondo. Un Dios que dirige los caminos de la historia de la salvación de la humanidad, y que ahora va a dar cumplimiento a la promesa de manera decisiva en María: haciéndose presente en el Hijo que va a nacer de ella.

Jesús viene a dar respuesta afirmativa y definitiva a todas las esperanzas de los seres humanos. La persona de Jesús, su mensaje y su vida, es fruto de un don del Padre: no había nada en este mundo que pudiera dar como resultado previsible la aparición de Jesús. Por esa razón, su nacimiento sigue cauces distintos del nacimiento de los demás seres humanos. Sólo existía la esperanza abierta a la intervención de Dios, de la que es ejemplo María. Y el Espíritu entra en María y la convierte en madre.

Ella es la imagen de la humanidad expectante ante el misterio de Dios. Concreta la esperanza de Israel y el caminar de las mujeres y de los hombres que buscan la verdad. Es la realidad del ser humano enriquecido, sublimado por Dios, y representa a la humanidad insatisfecha que espera algo nuevo de Dios, a la humanidad que acepta algo nuevo Dios y se convierte en instrumento nuevo de Dios.

2. Experiencia religiosa de Maria

Un ángel aparece ante la joven. Cada vez que en la Biblia aparecen ángeles no se narran hechos corrientes, sino acontecimientos que llevan dentro de sí un mensaje profundo para todos. María recibió, como cada uno de nosotros, una vocación de Dios, una llamada a realizar una tarea en la vida. ¿En qué reconoció María al ángel? Los ángeles en la Biblia llevaban vestiduras blancas. Era la costumbre de la época. Hoy llevan jersey o anorak: Todos nosotros nos hemos encontrado, seguramente, con algunos de ellos. Recordemos cómo hemos llegado hasta aquí, por qué tratamos de caminar por el camino de Jesús defendiendo la causa del pueblo, por qué estamos tan seguros de que es imposible ser cristiano desde cualquier tipo de poder, o de dominio, o de riqueza... Descubriremos, al menos, a algunos ángeles que se cruzaron con nosotros. Es posible que no estuvieran tan “emplumados” como hubiéramos querido, pero allí estuvieron.

¿En qué se puede reconocer a un “ángel”? ¿En qué reconoceremos que un pensamiento, un encuentro, un suceso, vienen de Dios? Este es un problema vital para nosotros, y es el que María resolvió.

¿Cómo lo consiguió María? Podemos pensar que María se descubrió a sí misma en una situación que le pareció inexplicable y que no podía confiar a nadie. La elección de Dios cae en el ser humano frecuentemente como un mazazo. Su profunda unión con Dios, su sentido de la Escritura, su receptividad a la gracia, la llevarían a la posibilidad de encontrar una explicación religiosa a todo lo que le pasaba; pero tenía sentido común y era suficientemente sencilla y natural para sentirse trastornada ante una aventura tan extraordinaria. Poco a poco su vida se iluminó con la luz de la Biblia, sobre todo con Isaías:

El Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pone por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros.” (Is 7,14)

3. Dios se encuentra a gusto entre los pobres

La anunciación de Jesús se produjo en una casa humilde: la de María, de una aldea perdida: Nazaret, de una región paupérrima: Galilea, de un país despreciado: Israel. Su destinataria, una joven sencilla y pobre. Las grandes obras de Dios se realizan en el silencio y la oscuridad de los pobres.

Dios no va detrás del poder. No va a los palacios de los reyes ni a las casas de los ricos, ni a las brillantes curias ni a las grandes organizaciones religosas, empresariales o políticas... No se siente cómodo entre personas de elevadísima categoría social. Dios se encuentra a gusto entre los pobres. El que abarca a todo el mundo va a un pueblo pequeño y pobre, dirige su rostro a Nazaret y escoge a María, símbolo de la comunidad que cree, del resto de Israel que espera la liberación, expresión de todos los humildes cuya única fuerza es Dios. 

De su seno, del seno de la humanidad de buena voluntad, va a surgir el Salvador: de los pobres, de los sufridos, de los que lloran, de los profetas y pacifistas, de los que luchan por la libertad, de las pequeñas comunidades y de todas las comunidades que se aman, de todos los que sirven y de los que se ofrecen a Dios y aceptan su llamada.

Nazaret era un pueblo desgraciado en todos los sentidos: lejos de la capital,
Parte del público asistente
Jerusalén; en zona medio pagana, en una región subdesarrollada. Una joven muchacha, en un pueblo así, no contaba para nada, aparte de ser mano de obra barata o de tener hijos que lo fueran. Es conveniente señalar que, cuando Jesús nació, surgieron en Galilea, en las proximidades de Nazaret, los primeros grupos de guerrilleros zelotes, a los que parece que pertenecieron algunos de sus discípulos. Porque casi siempre ocurre así: de la pobreza, de la represión, de la desesperanza, del hambre suelen salir deseos de revancha, de rebelión, de venganza contra los ricos que se aprovechan de la miseria ajena para llenar más aún sus propias arcas. Así ha sido siempre, y así seguirá siendo... Este hecho no justifica las infamias que se realizan en nombre de la miseria, pero las explican. A buen entendedor, pocas palabras bastan...

4. El camino de la alegría

“Alégrate”, le dice el ángel a María. La proximidad del mesías sólo puede despertar alegría en el corazón de los pobres, de los creyentes, porque con él todos nuestros deseos de plenitud y eternidad serán un día realidad.

A pesar de la euforia de nuestra sociedad, de los adelantos técnicos, a pesar de las propagandas que prometen felicidad a bajo precio, a pesar de las ansias infinitas de placer de nuestro mundo... nos sentimos hambrientos de alegría. Nuestro mundo ha perdido el camino y es víctima de un equívoco cruel. Nada buscamos tanto como la felicidad y la alegría, y nada parece alejarse cada vez más. Cada día más preocupados, no hacemos otra cosa que hablar de crisis. Por eso es necesario cambiar radicalmente de dirección si queremos entender la primera palabra que el ángel dirige a María.

La alegría que nos proponen los profetas no se parece en nada a la que nos anuncian en la televisión. La alegría que traen los profetas es la alegría del compartir, no de acaparar; la alegría de servir, no de dominar; la alegría de acoger, no de imponer; la alegría de ser libre, no de la evasión frívola. Es la alegría de no estar solo, de saber que Alguien te ama y te ayuda, de estar seguro que todo terminará bien. Esta alegría es activa, crea comunión, busca la justicia y el amor.

A esta alegría sólo se llega pasando por el riesgo del compromiso con la justicia y la libertad; camino estrecho, siempre difícil. Alegría difícil de conquistar.

El camino hacia la alegría es un camino de entrega y de servicio y, a veces, de sufrimiento y de sacrificio. De eso sabrá mucho María durante el resto de su vida.

5. “Donde abunda el pecado... sobreabunda la gracia”

Junqueras en un momento de su disertación
“Llena de gracia”. El ser humano está herido. No es una herida superficial, sino una herida enraizada en lo más profundo de nuestro ser. Miramos a nuestro alrededor y vemos el mal del mundo. No sólo desgracias naturales, como pueden ser terremotos o inundaciones…

¿Quién no ve el pecado —el mal— y la esclavitud en las guerras y en la forma de hacer las paces sin paz, en la opresión de las grandes potencias sobre países que están intentando sacar la cabeza, en los montajes de las multinacionales, en las dictaduras, en los gastos absurdos en armamentos, en la violación constante de los derechos y libertades esenciales de la persona, en la lucha de clases, en el odio de razas, en las incalificables desigualdades económicas y de trabajo, en el afán de unos pocos por adueñarse de lo que es de todos...? Necesitamos abrir la razón y los ojos a la herida del mal que nos marca a todos. Es necesario que dejemos de engañarnos. Sentir la herida es buscar su curación.

Jesús de Nazaret, nacido de María y aprendiendo desde niño de ella, reconstruyó el camino de la curación: amando totalmente hasta dar la vida. Y así, ahora, los creyentes, si lo seguimos, podemos aprender de nuevo a amar, libramos de las ansias de dominio que llevamos dentro, caminar de nuevo hacia el Reinado de vida que Dios tiene preparado. Para ello tenemos que reconocer la culpa, el pecado que hay en nosotros. Reconocer la culpa no es aún superarla: es un simple imperativo de realismo. Pero la culpa, el pecado, no son la última palabra sobre la vida humana. En esta lucha saldremos victoriosos.

El pasaje de la anunciación presenta el inicio de esa victoria con Dios “llenando de gracia” a María. Él actúa desde las cosas pequeñas, desde los pobres, desde lo que el mundo olvida y arrincona.

6. María, “bendita entre las mujeres”

“Bendita tú entre las mujeres”. Es muy interesante descubrir cómo en una cultura machista, que despreciaba a la mujer mucho más que ahora, María —y con ella toda mujer— queda ensalzada por las palabras del ángel, en un mundo radicalmente injusto con la mujer, incluído el mundo cristiano, católico y protestante, que parece vivir permanentemente entre el quiero y no puedo. ¿Para cuándo la auténtica paridad entre hombres y mujeres en nuestra iglesia? ¿Para cuándo las pastoras? ¿Para cuándo las sacerdotes? ¿Para cuándo la ordenación de la mujer al ministerio?

Las comunidades cristianas debemos esforzarnos por comprender y poner en práctica la misión de la mujer en el mundo actual. Tenemos que descubrir y luchar contra las incomprensiones y las injusticias que cometemos con la mujer. Ante el ejemplo de María, deberíamos interrogamos sobre el trato que recibe la mujer entre nosotros. Interrogarnos todos: hombres y mujeres. Dios tiene sus propios criterios, y fur a una mujer a quien dirigió su Palabra cuando quiso plantar su tienda entre nosotros. 

7. El encuentro con Dios es siempre turbador

Junqueras acudió al texto del evangelista
Lucas (1: 26-38)
María “se turbó”. No estaba acostumbrada a oír cosas de ésas. Su vida era muy sencilla. El ángel continuó: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús...” Palabras dirigidas a una mujer que vive en un pequeño pueblo y que hace lo mismo que las mujeres de su tiempo y de su patria. María vivía una vida corriente, pero fiel y marcada por la esperanza. Como tanta gente de su nación, María anhelaba algo más que la vulgaridad de cada día; vivía confiando en las promesas de los profetas que llamaban a espabilarse, que anunciaban la posibilidad de una vida más libre, más llena de gozo; que proclamaban que Dios quería que su pueblo superase tanto mal arrastrado desde siglos, tanto egoísmo, tanta opresión, tanta injusticia...

María sabe en su fuero interno que Dios actuará y espera, porque no vive satisfecha ni instalada, porque se siente pobre y ve que a ella y a su pueblo les queda aún mucho camino por andar.

Y Dios actúa de modo sorprendente: María, que esperaba una solución de Dios, se encuentra haciendo parte de esa solución, de la vida que Dios quiere comunicar. Por medio de ella nos vino el Deseado de Todas la Gentes.

Deberíamos preguntarnos si Dios podría actuar en nosotros como actuó en María. Es decir, si vivimos tranquilos pensando que todo está bien, o si somos un pueblo que espera activamente. Si somos gente que, como María, sabemos que nos queda mucho camino por recorrer, que tenemos a nuestro alrededor y en nuestro interior mucho mal que combatir, mucho egoísmo que romper, mucha ilusión que reanimar... Sólo si esperamos como Maria esperó encontraremos a Dios en nuestro camino. Un Dios que nos impulsará a vivir cada vez con más plenitud.

8. Todo es posible al que cree

“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”. Aunque lo importante es Jesús, no la manera como fue engendrado, es necesario resaltar que la salvación viene de donde menos se podía esperar: de allí donde las fuerzas humanas parecen estar más disminuidas e incapacitadas, o han dejado de actuar. No es María la fuerte, sino Dios. Jesús no es el resultado de proyectos humanos, sino de un designio divino porque, para Dios, nada hay imposible.

9. María acepta sin poner condiciones

“Aquí está la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”.

Para María no fue fácil. Cuando Dios irrumpe en la vida de una persona, trastoca todos sus planes, la lanza a la intemperie, al futuro, al riesgo, a la inseguridad, a la búsqueda.

El “sí” de la anunciación no es sólo la aceptación de una elección singular. Es pura acogida. Cuando pronuncia su asentimiento no puede prever todas sus consecuencias. Solamente a lo largo del tiempo irá comprendiendo a lo que se había comprometido con aquel “si”. Irá comprendiéndolo en la medida que vaya asumiendo su compromiso incondicional con Dios: “Una espada te traspasará el alma” (Lucas 2, 35).

“Y el ángel se retiró”. María se queda sola. Ninguna comunicación más. Ningún otro mensaje que la conforte y elimine las dudas. El camino ha de hacerlo con la ayuda de la fe, “conservando todo esto en su corazón” (Lucas 2, 51). De ahora en adelante habrá de interrogar a los acontecimientos cotidianos para saber algo. Y cada vez que diga “sí”, ahondará en el sentido del misterio de la propia existencia.

10. Conclusiones para nosotros

Dios camina con nosotros, vive en nuestra historia, está presente dondequiera que estemos, vive en nosotros, ama con nosotros. Toda nuestra vida está entretejida de llamadas de Dios y de respuestas o evasivas nuestras, llena de “ángeles”, de mensajeros.

Los miembro del EQUIPO ECUMÉNICO 
junto a Junqueras, dos sacerdotes de Sabiñánigo
y un hermano de la iglesia adventista
Nuestra vida puede convertirse en una anunciación continua: hoy puedo ser yo el elegido para algo, hoy puede pedirme el Señor una respuesta, necesitar mi colaboración.

Hoy y siempre, la palabra de Dios busca entrañas maternales que la acojan, alimenten y comuniquen. Hoy y siempre, el Señor espera escuchar el “sí” de los pequeños como nosotros, el “sí” de los libres y solidarios, el “sí” de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

El ejemplo de María —pobre y pequeña— nos muestra que también el vacío de nuestra vida puede ser fecundado por la acción de Dios, si nos abrimos a ella como supo hacer la madre de Jesús de Nazaret. Si derribamos el muro de nuestras suficiencias, recelos y miedos, Dios podrá obrar también en nosotros maravillas.

Juan Ramón JUNQUERAS


Juan Ramón Junqueras publicó al día siguiente en Facebook lo siguiente: "Ayer recibí un regalo excepcional. Tuve la oportunidad de compartir con mis amigos del Equipo Ecuménico de Sabiñánigo una reflexión sobre María de Nazaret. Necesito agradecerles la confianza que me han mostrado. Me sentí acogido, querido, respetado... Gracias, gracias, gracias".

Fotografías gentileza de:
Mercedes Portella
Antonio García
Eloy J. Torre


No hay comentarios:

Publicar un comentario