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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 21 de noviembre de 2015

REFLEXIONES DESDE EL SAHARA

Desde la Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld nos han pasado su boletín de "NOTICIAS Y COMUNICACIONES Nº 117"  que os adjuntamos


Queridos hermanos y hermanas: Paz y Alegría. 

En primer lugar adjunto una reflexiones de nuestro hermano José Luis desde el Sahara, donde espera ”abrir un piso en Las Palmas y estar a caballo entre la isla, el Sahara y Mauritania, intentando animar una comunidad y atender a los saharauis y otros inmigrantes, pero con la perspectiva siempre de hacer comunidad, crear espacios de reflexión interreligiosa y cultural”. Este compartir está en la línea del deseo de construir comunidad compartiendo nuestro Nazaret de todos los días. 

REFLEXIONES DESDE EL SAHARA 


Una sentencia sufí afirma que el pecado original es pensar que ya eres aquello que puedes llegar a ser. Se trata de una frase demoledora y que nos sitúa frente a la verdadera realidad: ¿qué soy? No lo sé. ¿Quién soy? No lo sé. O empleando palabras del padre Pío: “Soy un enigma para mí mismo”. Somos enigmas para nosotros; pero sucede con frecuencia que no nos damos cuenta y pretendemos ser algo y, lo que es peor, “saber algo”. Por esta razón los místicos sufíes, y antes los místicos cristianos y judíos, y mucho antes los místicos budistas, hindúes…”, llegaron a parecida conclusión. No somos nada, pero en esa nada podemos llegar a serlo todo. Tomar plena conciencia de nuestra limitación y a partir de ahí recorrer el camino que nos señala nuestra tradición religiosa. Solo desde la nada se puede llegar a Dios. La “nada” significa abandono en algo que no podemos entender, algo que es Alguien, algo que es Amor. Oí una vez decir a un profesor de metafísica: “si hay algo hay alguien. Si hay alguien, es Amor”. Esto lo define todo: el Amor. Y para llegar a ese Amor, para transformarnos en ese Amor, ante todo tenemos que arrasar nuestro propio ser. Entonces sí, surge el abandono en la Divina Providencia, y podremos interiorizar la oración de nuestro admirado Carlos de Foucauld. 


Cuando llegué al Sahara no traía exactamente esa idea. En realidad, arrastraba conmigo muchas ideas, muchos conceptos, mucha teología y filosofía aprendida en gruesos tratados y explicada por expertos profesores. Pensaba que ya era algo, que tenía algo, que podía hacer algo. Y que todo lo que viniera después sería una prolongación, una conquista de ese algo que yo creía ser. Los años se sucedieron y poco a poco me di cuenta de que en realidad había llegado al punto de creerme sabedor y conocedor, un buen profesor, un buen investigador, incluso merecedor de ese grado de reconocimiento: la sabiduría. 


Pero no, la arena del Sahara, los días calurosos y las noches frías, a solas en medio de la oscuridad, con el manto de estrellas como único libro para leer y meditar… me di cuenta de que no tenía grado alguno, que mi realidad era mera ilusión, mera vanidad (como dice certeramente Cohelet), mero disfrute del engaño (como afirma con precisión el Corán). Llegué a la conclusión de que lo único que tenía era una inquietud, un impulso: la búsqueda de Dios. Citando al poeta sufí Rumi, no me reconocía a mí mismo. No era nada, no tenía ningún apellido que me identificara con tal o cual tradición religiosa… Entonces empecé a interiorizar y vivir de verdad una relación amorosa con la Divinidad. Y este fue el inicio de una aventura en la que tal vez solo he dado el primer paso. 

***
En segundo lugar deciros que está próximo el iniciar las terceras Jornadas de desierto, con Carlos de Foucauld, sobre la Eucaristía. En este momento hay 80 personas apuntadas. Es una alegría y un consuelo saber que en distintas partes del mundo, durante estos 7 días, preparación al aniversario de la muerte del hermano Carlos, hermanos y hermanas estaremos orando juntos. 

Que el Señor nos bendiga.



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