Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 8 de abril de 2014

¿SEMANA SANTA?

¿Qué significado tiene la Semana Santa? 
¿Cómo se vive la Semana Santa?



Hemos hecho estas dos preguntas a cuatro pastores o sacerdotes, un ortodoxo, un protestante, un católico y un anglicano, con el fin de conocer un poco más las tradiciones de nuestros hermanos. Vamos a publicar sus respuestas desde hoy hasta el viernes, uno cada día, en este orden:

ORTODOXIA. 
P. Gabriel Danila, sacerdote ortodoxo rumano de Soria. 

PROTESTANTE. 
Pr. Daniel Vergara, pastor metodista iglesia de “El Buen Pastor” de Sabiñánigo.

CATÓLICA. 
Mosén José Manuel Pérez, sacerdote católico parroquia “Cristo Rey” de Sabiñánigo 

ANGLICANA. 
Monseñor D. Carlos López, obispo de la Iglesia Española Reformada Episcopal. Madrid


SEMANA SANTA


En la Ortodoxia cuando hablamos de Semana Santa, hablamos en primer lugar de cuaresma (abstinencia); en nuestro caso, hablamos de la Cuaresma de Semana Santa, o la Gran Cuaresma, como lo llaman coloquialmente. Y cuando hablamos de esta cuaresma, no hablamos sólo de un período de 49 días de abstinencia a la comida, bebida, o fiestas, sino de mucho más; hablamos de una transformación interna, de un viaje espiritual hacia la noche más iluminada que cualquier día, hacia el “Día de la Resurrección”, como lo llama el ilustre teólogo Alexander Schmemman.

Pero este viaje no lo realizamos nosotros solos, no sólo es nuestro viaje, sino que la hacemos junto al Salvador Jesús. Se nos ha puesto por delante de Su Pasión, para hacerla junto a Él, para revivirlas cada año para, así en la Noche de la Resurrección no sólo nos alegramos de su resurrección sino también de la nuestra. Vivimos espiritualmente la Pasión junto a Él, para resucitar junto a Él, así como dice el Apóstol San Pablo en sus Epístolas a los Romanos.

La cuaresma es nuestro viaje hacia la Resurrección de nuestra alma, para limpiarse de pecado; es nuestro viaje hacia atrás, nuestro intento de parecernos a Adán en un principio, al Adán del cielo, que era imagen de Dios, sin mancha. La totalidad de la cuaresma la representa el Gólgota, pero la Semana de la Pasión representa el momento más alto y más profundo de la cuaresma.

La Semana Santa comienza con Domingo de Ramos, cuando se celebra la entrada triunfadora de Jesús en Jerusalén, lo que nos lleva con el pensamiento al Reino de los Cielos, prometido, a nosotros los creyentes, por el Salvador Jesús. Es la celebración que nos presenta al Salvador Jesús como Emperador de ese Reino. Empezando con este día, todas las celebraciones litúrgicas pasan a otras dimensiones. Las misas se vuelven más intensas.

El lunes, se nos presenta la escena de la higuera sin fruto que fue maldecida por el Salvador, recordándonos también a nosotros que si no traemos buenos frutos, nos espera la destrucción.

El martes es el día en el cual recordamos a las diez vírgenes, parábola que nos impulsa de la manera más directa a la oración y a una vida espiritual despierta para poder recibir debidamente al Novio Jesús.

El miércoles, es el primer día en que empezamos de verdad a revivir la pasión de Cristo, porque este día recordamos la traición de Judas. Como tal, este día es día de cuaresma durante todo el año, en recuerdo a este suceso y a la pasión de nuestro Salvador Jesús. Este día se celebra la última liturgia de la comunión, previamente santificada, una misa propia de la Semana Santa, la que se celebra por la noche unida con la misa de noche. Esta misa fue añadida por San Gregorio el Grande, papa de Roma, para los creyentes piadosos que querían ayunar y recibir la comunión por la noche. Ella no tiene epíclesis, misa de transformación de la comunión, sino que utiliza la comunión del domingo, por eso recibe el nombre de “Liturgia de la Comunión Previamente Santificada”.

El Jueves Santo, se celebra la Liturgia de Basilio el Grande, en cual se saca la eucaristía de todo el año para enfermos y niños, y en las Patriarquias se Santifica el Gran Óleo, que es utilizado para la unción en los bautizos.
Por la noche se entra en la atmósfera de la pasión de Cristo con la misa de los Doce Evangelios. Esta es una misa en la cual revivimos junto al Salvador el apresamiento, juicio, golpes, escupitajo, pasión, muerte y sepulcro, mediante la lectura de los pasajes que hablan de la pasión de Cristo, mediante los cuatro evangelistas, y que están agrupadas en doce pasajes. En esta misa el sacerdote o el obispo, saca la Santa Cruz del altar y la pone en mitad de la iglesia, simbolizando el camino hecho por Jesús con la Cruz en la espalda, y enseñando a los creyentes al Cristo crucificado por los pecados de todos.

El Viernes es día no litúrgico, no se celebra la Santa Misa, porque es día de ayuno, en recuerdo a la muerte inocente del Salvador Jesús para nosotros, los culpables.
Por eso este día es día de cuaresma todo el año, como el miércoles.
Propio de este día es la misa de entierro del Señor. Pero esta misa no es una de las que vemos hoy en día en los entierros, es una misa especial, debido a sus ritos litúrgicos y a sus cantos, que representan el misterio de la pasión de Jesús, pero a la vez la impotencia de la muerte sobre Él, porque no era posible para la muerte detener al que es El Dueño de la vida. En esta misa se sale en procesión alrededor de la iglesia con el “Epitaful”, un material que tiene pintada y representada la bajada de Jesús de la cruz y su puesta en el sepulcro. Después de entrar en la iglesia el sacerdote pone el “Epitaful” en la mesa del altar, representando la puesta de Jesús en el sepulcro. Así toda la iglesia se transforma en la tumba de Jesús, y no se encienden ya las luces ni se tocan las campanas hasta la noche de la resurrección. 

Este es el día en el cual los cristianos intentan enterrar sus propios pecados. Si el resto de la semana intentan hacer una cuaresma recta, este día intentan hacer cuaresma negra, no comer no beber nada todo el día, o incluso hasta la noche de la resurrección. Este hecho no es mirado por los creyentes como un sufrimiento o un maltrato, sino como una asociación a la pasión de Cristo, como un sacrificio sin sangre traído hoy por el sacrificio con sangre de Jesús de hace 2000 años en Gólgota.

El Sábado Santo es un día aparentemente tranquilo. Por la mañana se celebra la liturgia de San Basilio el Grande, es la última misa de la Semana Santa, pero la que con sus cantos hace reflejar el amanecer de la resurrección, preparándonos para probar de su alegría.
Pero el significado de este día es muy profundo y prepara el gran acontecimiento que se celebrará entre el sábado y domingo. Este día se hace el recuerdo de la bajada del Salvador al Infierno, para levantar a Adán con todo el pueblo, y abrir el camino a cualquiera hacia la resurrección. Recordar que Jesús resucitó de entre los muertos, pisoteando a la muerte, no solo para nosotros, los que nos llamamos cristianos, sino para toda la humanidad.

Es un hecho que desde el principio de la cuaresma, nos acoge el Salvador Jesús junto a Él en este viaje hacia la resurrección, en el cual sufrimos junto a Él, lloramos por Él, lloramos porque no somos dignos de que haya sufrido la pasión y haya dado la vida por nosotros, para que nosotros nos alegremos de su resurrección y de la nuestra.

P. Gabriel Danila, sacerdote ortodoxo rumano de Soria.





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