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lunes, 7 de octubre de 2013

ECUMENISMO, cuatro autores (1ª parte)

Traemos un trabajo que nos parece muy interesante sobre el ECUMENISMO en cuatro capítulos cada uno escrito por un autor distinto. Dada la longitud del mismo lo publicaremos durante varios días.

INDICE Y AUTORES

ECUMENISMO

A) MOVIMIENTO ECUMÉNICO por August B. Hasler

1. Periodo hasta la creación del consejo ecuménico.

2. Periodo desde la constitución de éste (Ámsterdam 1948) hasta el concilio Vaticano II.
3. Periodo tercero: El tiempo del concilio y la era posconciliar, participación de la Iglesia católica.

B) TEOLOGÍA ECUMÉNICA por Johannes Brosseder

I. El lugar de una teología ecuménica
II. Formas anteriores de encuentro y discusión confesional
III. Sentido teológico del término «ecuménico»
IV. Resultado

C) DIALOGO Y COLABORACIÓN ENTRE LAS IGLESIAS por Karl Rahner

I. Planteamiento del problema
II. Bases del diálogo
III. Carácter del diálogo
IV. Tema del diálogo
V. Meta del diálogo

D) MOVIMIENTOS DE UNIÓN DE LAS IGLESIAS por Victor Conzemius



A) MOVIMIENTO ECUMÉNICO 

La palabra «ecuménico» se deriva del griego oikoumene, que significa toda la tierra habitada (Act 17, 6; Mt 24, 14; Act 2, 5). En el vocabulario tradicional católico designa un concilio general o universal de la Iglesia; pero hoy se usa especialmente para designar todos los esfuerzos en pro de la unidad de los cristianos. Movimiento quiere decir aquí todo el proceso evolutivo de las relaciones y actitudes entre las confesiones, encaminado a terminar con las escisiones entre los cristianos. 

Aunque la fe católica sostiene que la unidad de la Iglesia como institución divina fue previamente dada por Jesucristo y fundamentalmente no puede perderse, sin embargo, por otra parte, no hemos de olvidar que la plenitud de la unidad de la Iglesia nunca llega a realizarse y que la unión de los cristianos estuvo amenazada desde los comienzos. Ya en el Nuevo Testamento se lucha por ella: relación de Pablo con los corintios y con los judeocristianos (Filipenses 4, 2). Más gravedad cobró la cuestión de la unidad a causa de la escisión de importantes grupos sociales y nacionales (maniqueos, donatistas, arrianos, montanistas, novacianos, monofisitas, nestorianos). Sin embargo, sólo el cisma de 1045 entre oriente y occidente condujo a grandes intentos de recuperar la unidad rota, los cuales, sin embargo, fracasaron (Lyón, Florencia). 

Por la rotura en el siglo XVI dentro de la cristiandad occidental, nuevamente y en forma más aguda se hizo problemática la unidad cristiana. Sin embargo, junto con las escisiones también se produjeron siempre esfuerzos ecuménicos de algunos hombres eminentes por restablecer la unidad perdida. Pero sólo en el siglo XX se puede hablar de un movimiento ecuménico respaldado por Iglesias enteras. Este movimiento fue preparado por las nuevas posibilidades de contacto que el siglo XIX trajo a la humanidad por la creación de organizaciones y asociaciones eclesiásticas y confesionales a escala mundial. No menos importantes fueron las asociaciones de la juventud, en las que por vez primera se despertó el interés ecuménico en un plano mundial. La historia del movimiento ecuménico en el siglo XX puede dividirse hasta hoy en tres grandes períodos: 
  • su desarrollo hasta la creación del consejo ecuménico; 
  • desde la constitución de éste (Ámsterdam 1948) hasta el concilio Vaticano II; 
  • el tiempo del concilio y la era posconciliar, que se caracteriza por la participación de la Iglesia católica. 
1. Periodo hasta la creación del consejo ecuménico. 

En el período anterior a la fundación del consejo ecuménico de las Iglesias, en el movimiento ecuménico corren paralelas o se unen diversas corrientes. Como elemento esencial en orden a su desenvolvimiento ulterior hay que mencionar la alianza mundial para la amistad (internacional) de las Iglesias, que se fundó en 1914 en Constanza, con el fin de contribuir, por el fomento de la amistad entre las Iglesias, a la reconciliación entre los pueblos. Como no se exigió ningún credo formal, fue también posible la colaboración de los ortodoxos. 

En el congreso de Oud Wassenaar (Holanda 1919), en base de los planes del arzobispo Sóderblom, se fundó el movimiento del cristianismo práctico («Life and Work»). Su primera conferencia tuvo lugar en agosto de 1925 en Estocolmo (661 delegados de 37 países). Fue la primera vez que se reunieron delegaciones oficiales de las Iglesias. «Life and Work» se proponía recuperar la perdida unidad de los cristianos sobre todo por colaboración práctica. 

La conferencia mundial de Estocolmo invitó a toda la cristiandad a hacer penitencia por la incurable escisión y a convertir el evangelio en la fuerza decisiva dentro de todos los ámbitos de la vida. Después de esta primera conferencia mundial, la comisión continuadora del «Consejo ecuménico para el cristianismo práctico» desarrolló una copiosa actividad. Trabajó junto con el Instituto internacional de ciencias sociales de Ginebra (Adolf Keller), con el seminario ecuménico fundado por Adolf Keller, fundó por su cuenta una comisión de teólogos (A. Deissmann, M. Dibelius), una comisión ecuménica de jóvenes, una agencia ecuménica de prensa y noticias, y llevó a cabo acciones de ayuda de índole muy variada. 

En junio de 1937 tuvo lugar en Oxford la segunda conferencia mundial bajo el tema: «Iglesia, pueblo y Estado». En ella tomaron parte 425 delegados oficiales de 120 Iglesias protestantes y ortodoxas de 40 países. En esta conferencia se impuso la conclusión de que, sin unirse al movimiento por la fe y constitución de la Iglesia («Faith and Order»), no se podría lograr el fin de la unidad de los cristianos. De ahí la determinación de fundar juntamente con este, movimiento el Consejo ecuménico de las Iglesias. No dejó de tener parte en esta determinación el creciente interés por las cuestiones teológicas, así como el influjo perceptible de los reformadores y de K. Barth. Además del movimiento por el cristianismo práctico, también el movimiento por la fe y la constitución de la Iglesia imprimió su cuño en los esfuerzos en torno a la unidad cristiana. 

En la conferencia mundial misional de Edimburgo, celebrada el año 1910, el obispo anglicano Ch. Brent reconoció que era imposible excluir del diálogo interconfesional cuestiones sobre la fe y la constitución de la Iglesia. Brent quería llegar a una conferencia que deliberara sobre estas cuestiones. Ya en 1920 logró convocar en Ginebra una conferencia mundial, con 133 representantes pertenecientes a más de 80 Iglesias de 40 países. La Iglesia romano-católica no estuvo representada; las Iglesias ortodoxas, en cambio, aseguraron su colaboración. 

En agosto de 1927, bajo la presidencia del obispo Brent, tuvo lugar en Lausana la primera conferencia mundial para la fe y constitución de la Iglesia; asistieron a ella 394 delegados de 108 Iglesias. Con palabras patéticas la conferencia hizo una llamada a la unidad de los cristianos. Las cuestiones decisivas que están pendientes entre las distintas Iglesias fueron abordadas valientemente en los temas de la conferencia. 

A la muerte de Brent (1929), asumió la dirección W. Temple, arzobispo de York. En la segunda conferencia mundial, celebrada el año 1937 en Edimburgo (con 504 asistentes de 123 Iglesias), revistió una importancia decisiva el acuerdo tomado de fundar, juntamente con el movimiento por el cristianismo práctico, el Consejo ecuménico de las Iglesias

2. Periodo desde la constitución de éste (Ámsterdam 1948) hasta el concilio Vaticano II. 

Así, pues, el plan de un Consejo ecuménico de las Iglesias en principio fue aprobado el año 1937 en Oxford y en Edimburgo; su constitución fue esbozada en Utrecht el año 1938. Pero los trastornos de la guerra impidieron su ejecución, de forma que el Consejo ecuménico no llegó a constituirse hasta el año 1948, en Ámsterdam

En esta primera asamblea plenaria tomaron parte representantes de 147 Iglesias de 44 naciones. El tema general fue: «El desorden del mundo y el designio salvífico de Dios». Se puso en claro la diversidad de concepciones sobre la Iglesia, marcadas por la tradición protestante o la católica; pero ello no impidió el reconocimiento de la Iglesia como don de Dios, la cual ha sido fundada por los hechos salvíficos de Dios en Cristo. Los delegados de las diversas Iglesias expresaron la firme voluntad de permanecer unidos. 

Bajo el tema general «Cristo, esperanza del mundo», el año 1954 se celebró en Evanston (EE.UU.) la segunda asamblea plenaria. En 1961, el Consejo ecuménico tuvo su tercera asamblea plenaria en Nueva Delhi; en ella participaron 625 delegados oficiales de 175 Iglesias y muchos observadores, entre ellos también algunos de la Iglesia católica. Fue importante la aceptación de la candidatura de 23 Iglesias, concretamente la de las Iglesias ortodoxas de Rusia, Bulgaria y Rumania. Igualmente importante fue la decisión de integrar en el Consejo ecuménico el Consejo internacional de misiones. Con ello el Consejo ecuménico aceptaba un movimiento que había sido decisivo para su propio nacimiento, pues el movimiento ecuménico nació por la llamada a la misión. 

La asamblea general de Nueva Delhi tenia como lema principal: «Jesucristo, luz del mundo». Con un serio esfuerzo por la superación de los conflictos del mundo (declaración sobre la libertad religiosa, sobre el antisemitismo y proselitismo), Nueva Delhi mostró que la unidad no es buscada por razón de sí misma, sino como fundamento para un cumplimiento mejor y más fiel del mandato cristiano en el mundo de hoy. 

En 1968 tiene lugar en Uppsala (Suecia) la cuarta asamblea plenaria, bajo el tema general: «Mira, yo lo renuevo todo»

El Consejo ecuménico se entiende a sí mismo como «una comunión de Iglesias que confiesan al Señor Jesucristo según la sagrada Escritura como Dios y salvador y por eso tratan de cumplir en común la vocación a que están llamadas para gloria de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo» (la base aceptada en Nueva Delhi en 1961). 

El Consejo ve su tarea: sobre todo en proseguir el trabajo de las dos conferencias mundiales para la fe y la constitución de la Iglesia y para el cristianismo práctico, así como el del Consejo mundial de misiones; “en facilitar la acción común de las Iglesias y fomentar su colaboración en la tarea de estudiar, profundizar y fortalecer la conciencia misional de los miembros de todas las Iglesias; en cultivar las relaciones con consejos cristianos nacionales y regionales, con alianzas mundiales confesionales y otras organizaciones ecuménicas, y en convocar conferencias mundiales para tratar determinadas cuestiones urgentes”. Ello quiere decir que el Consejo ecuménico no se entiende a sí mismo como una súper iglesia, sino como un instrumento al servicio de las Iglesias que están adheridas a él. 

Sobre las declaraciones del Consejo se dice que “no poseen otra autoridad que la de su propia verdad y sabiduría”

El Consejo lleva a cabo su trabajo por medio de la asamblea plenaria como autoridad suprema, por la comisión central y la comisión ejecutiva de la misma, por las comisiones de trabajo, así como por los organismos permanentes de Ginebra y Nueva York y por su secretariado del este asiático. Entre las comisiones tiene importancia especial la comisión para la fe y constitución de la Iglesia, que goza de cierta autonomía dentro del Consejo ecuménico y tiene derecho de proponer al mismo tiempo la organización de conferencias mundiales propias. 

En 1952, tuvo lugar en Lund la tercera conferencia mundial para la fe y constitución de la Iglesia, en que se dio por terminado el tiempo de la eclesiología comparada y se invitaba a las Iglesias a avanzar hacia la unidad fundada en Cristo, no limitándose a deliberar, sino obrando además en común, en cuanto esto no atentara contra la propia creencia. 

La cuarta conferencia mundial para la fe y constitución de la Iglesia, celebrada en Montreal el año 1963, dio por vez primera plena validez a los votos de la ortodoxia y a la teología histórico-crítica. El diálogo con la Iglesia católica fue igualmente renovado con más fuerza. 

Actualmente pertenecen al Consejo ecuménico más de 230 Iglesias, prácticamente toda la cristiandad separada del catolicismo romano. Sin embargo, no son miembros algunas Iglesias protestantes, por ejemplo la Southern Baptist Convention y la Lutheran Church Missouri Synod en los EE.UU. En sectores conservadores del protestantismo existe cierta oposición contra el Consejo ecuménico y se teme que él pueda traicionar la reforma.


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