Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

viernes, 25 de enero de 2013

25 enero. Reflexión del Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA


CAMINAR EN CELEBRACIÓN

Viernes, 25 de enero.- «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres» (Flp 4,4).

El texto paulino de gaudete habla de celebrar no en el sentido de festejos de un exitoso desenlace final, sino como signo de esperanza en Dios y en su justicia. Así también esta Semana de Oración por la Unidad u Octavario que hoy concluye es nuestro signo de esperanza y de fe en alcanzar la meta de nuestra anhelada Unidad en los tiempos de Dios y con los medios de Dios.Caminar humildemente con Dios significa dejarse ganar por él y discurrir bajo su amparo con aire festivo y de fraterna celebración. Desde la cárcel, Pablo exhorta a la comunidad cristiana de Filipos: «Vivid siempre alegres en el Señor». La celebración va, en la Biblia, unida a la esperanza en la fidelidad de Dios. Mientras oramos por la Unidad de los cristianos en esta Semana, dirigimos la mirada hacia la celebración de la vida que vemos en la India, por ejemplo, resaltando la fidelidad de los dalits a su identidad cristiana en el contexto de su incesante lucha por la vida. Del mismo modo, nuestra celebración por la Unidad cristiana todavía por lograr se apoya en la esperanza de que el ut unum sintde Cristo al Padre (Jn 17,21) hallará cumplimiento, según avanzó sabiamente el lazarista lionés Paul Couturier, «cuando Dios quiera y con los medios que quiera». La Unidad es don de Dios y se basa en la certidumbre de que Dios nos llama a trabajar por ella según el exhorto paulino a los filipenses: «En cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras oraciones y súplicas con un corazón agradecido» (Flp 4,6). Caminar hacia la Unidad de los cristianos exige, por eso mismo,hacerlo humildemente con Dios en celebración, oración y esperanza ininterrumpidas.

Llene el Espíritu Santo nuestras comunidades de gozo y celebración, de suerte que podamos apreciar la Unidad ya compartida y busquemos la que aún falta por conseguir. Todo un ejemplo de fe y esperanza el de esos pueblos que no se resignan a que su dignidad sea menoscabada. Su alegría y su resistencia perseverantes sirven de sobrenatural estímulo en el campo ecuménico. Ojalá contribuyan también a que  en el nombre de Cristo podamos todos caminar juntos en el amor, alzando una sola voz de alabanza y cantando al unísono una única plegaria de adoración. ¿Qué exige el Señor de nosotros? La respuesta al profeta Miqueas en esta clausura del Octavario se antoja clara y prudente: Caminar en celebración, es decir: caminar celebrando y celebrar caminando. San Agustín explica el porqué: «A muchos hizo hijos de Dios el Hijo único de Dios. Con su sangre compró hermanos; siendo él reprobado los aprobó, vendido los rescató, ultrajado los honró, muerto los vivificó» (Serm. 171,5). Ecumenismo y cristología, consiguientemente, discurriendo en perfecto consorcio y dulce armonía, en íntima simbiosis y alegre comunión.

«Discurrir bajo el amparo de Dios con aire festivo y de fraterna celebración»


Pedro Langa Aguilar

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