Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 22 de enero de 2013

22 enero. Reflexión del Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA


CAMINAR COMO AMIGOS DE JESÚS

Martes, 22 de enero.- «A vosotros os he llamado amigos» (Jn 15,15b)

Campean en este día del Octavario las imágenes bíblicas del amor humano y la amistad en cuanto modelo del amor de un Dios amigo de los hombres. Vernos así, como amigos muy amados de Dios, trae consecuencias a nuestras relaciones en la comunidad de Jesús. Dentro de la Iglesia, cualquier exclusión es incompatible con una comunidad donde todos son por igual los amigos muy amados de Señor. La hospitalidad hacia los amigos en Cristo no se compadece, siendo así, con la simulación ni la mentira. «Debemos acoger(los), para ser (sus) colaboradores en la obra de la Verdad» (3 Jn 8). Caminar humildemente con Dios, por otra parte, no implica necesariamente hacerlo solos. Quiere decir, más bien, pisar caminos rectos junto a quienes son signos vivientes de la presencia de Dios entre nosotros, o sea nuestros amigos.

«Os llamo amigos», dice Jesús en el evangelio de Juan. En la libertad del amor, podemos escoger a nuestros amigos y ser escogidos como amigos por quienes son nuestros amigos. «No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí», matiza el Señor. Y san Agustín comenta: «fuimos elegidos para que por la gracia de quien nos ha elegido seamos buenos» (In Io. eu. tr. 86,3).  La amistad de Jesús con cada uno de nosotros transfigura nuestras relaciones con la familia y la sociedad. Nos habla del amor profundo y duradero de Dios por todos y cada uno.Es testigo de la pasión entre amantes que trasciende las barreras impuestas por la sociedad. La llamada a ser amigos con los amigos de Jesús -he ahí la vocación del ecumenista-, es otro modo de comprender la Unidad de los cristianos por la que oramos en esta semana. Los cristianos esparcidos por la Ecumene deben sentir como propia la llamada a ser amigos de cuantos luchan contra la discriminación y la injusticia. Caminar hacia la Unidad cristiana exige ir humildemente de camino con Dios en compañía de los amigos de Jesús, aunque subsistan discrepancias y falten aún trechos hasta la plena comunión. Desde el primer hálito de nuestro existir Jesús nos ofreció su vida, su amistad, su amor. Un amor sin límites. Una amistad sin condiciones. Una vida total. Y su amor abraza a todas las personas, especialmente a los que son excluidos o rechazados por motivos humanos de casta, raza, color o religión. Seguros y confiados en Cristo, fuente de nuestra dignidad, piden los cristianos en estos días de Octavario caminar juntos y de modo solidario hacia los demás mientras a ellos se abrazan en el Espíritu como hijos que son de Dios. Llama Cristo, y llama a todos, para que cada uno forme parte de su comunidad. Todos, en consecuencia, están invitados a ser amigos de Jesús por encima incluso de las mismas diferencias eclesiales. El ecumenismo, en fin, es llamada, sí. Pero también es respuesta. Respuesta de fe, de amor, de unidad.

Benedicto XVI en su reciente viaje a Líbano

Pedro Langa Aguilar

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