Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

viernes, 13 de enero de 2012

SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

EN CAMINO HACIA CRISTO. ESTAMOS EN CAMINO HACIA LA UNIDAD
EL concilio Vaticano II, en el decreto sobre Ecumenismo nos dice "promover la unidad  de todos los cristianos es uno de los fines principales que se ha propuesto este concilio....y este empeño corresponde a la Iglesia entera, afecta tanto a los fieles como a los pastores". El mismo Benedicto XVI, tras su elección, definía como su causa prioritaria “la tarea de trabajar con el máximo empeño en el restablecimiento de la unidad plena y visible de todos los discípulos de Cristo". En numerosos de sus discursos habla de que "el ecumenismo deberá encontrar firmemente su lugar en el centro de la Iglesia y de las Iglesias".

En nuestra diócesis, desde la sencillez, la constancia, la paciencia y la esperanza, tratamos de poner nuestros carismas al servicio de este desafío, dinamizando iniciativas que favorezcan la siembra de la semilla de la unidad en los diversos tajos de la viña del Señor: Talleres de iniciación ecuménica en parroquias, oraciones interconfesionales, talleres bíblicos, conferencias de sensibilización y formación permanente, actividades culturales conjuntas, potenciación de las relaciones amistosas entre los pastores y fieles de las diferentes confesiones, etc.

En esta línea de reencuentro entre los creyentes, este curso querría resaltar que el fundamento de ecumenismo no es simplemente interrelacional y filantrópico, sino profundamente cristológico. El ecumenismo es una participación en la oración sacerdotal de Jesús mismo "para que todos sean uno" (Jn. 17,21).

En esta profundidad de la experiencia cristiana es donde encontramos el espacio vital del ecumenismo. En efecto, actúa ecuménicamente no tanto quien tiene en sus labios esta palabra, sino quien, aún sin pronunciar este término, penetra en la profundidad de la confesión cristológica y allí encuentra la fuente común de la unidad de la Iglesia. Si enraizamos en la confesión cristológica la tarea ecuménica, será Cristo quien nos irá ofreciendo los pasos a dar.

Mirando a Cristo aprenderemos a hacer, no nuestra voluntad, sino “la voluntad del que me envió" (Jn.5,30), es decir, a construir la unidad que Dios quiere, no la que deseamos los hombres. Aprenderemos a vivir la fraternidad, pues en el Hijo de Dios somos todos hijos del mismo Padre, rico en misericordia y amor. Desde Cristo aprenderemos a reconocer nuestra propia riqueza personal y a reconocer los valores y carismas de los demás, y vernos, unos y otros, todos en Dios (ecumenismo de la receptividad). Así, iremos comprendiendo que aquello que nos une no es la voluntad común de hacer el bien, ni las coincidencias de las ideas, ni la concordancia de los deseos e intereses. Lo que nos une es la mirada del Padre, el amor del Hijo y la presencia íntima del Espíritu.

El próximo año jubilar nos invita a atravesar "la puerta de la fe" en una auténtica y renovada conversión al Señor, acercándonos a Él, como la samaritana, para escucharle, creer en Él y extraer el agua viva que mana de su fuente (Jn.4,15) y poderle preguntar, desde la experiencia de la desunión, ¿qué tenemos que hacer para realizar el proyecto del Padre? Como dice Pablo, debemos tener la mirada fija en Cristo "que inicia y completa nuestra fe" (Heb.12,2)

Desde esta experiencia nos será más fácil no absolutizar los carismas de cada iglesia, superar los fanatismos, y despertar la imaginación para, extrayendo el veneno de las divisiones, encontremos la unidad "a través de la diversidad", acogiendo lo que en estas divisiones hay de fructífero y tomar lo positivo de la diversidad, naturalmente en la esperanza de que la división al final deje de ser tal. De hecho, "el auténtico amor no anula las diferencias legítimas, sino que las armoniza en una unidad superior, que no se impone desde fuera, más bien, desde dentro, da forma al conjunto" (cardenal Koch). Por eso podemos afirmar que centrados en Cristo, unidos a Cristo, estamos en camino hacia la Unidad.

Jesús Dominguez, Delegado Episcopal de Ecumenismo de la Diócesis de Zaragoza

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